EL CORDERO QUE
TENIA LA LANA DORADA
(Cuento de
Idries Shah)
(Ilustraciones: Daniela Márquez Belloni)
(Fuente: http://danielamarquezb.blogspot.com)
Había una vez un hombre pobre que tenía un hijo. Cuando este creció su padre le envió a buscar un trabajo. El chico viajó buscando un lugar donde poder trabajar y al fin encontró a un hombre que le dio uno como pastor.
Al día siguiente su patrón
le dio una flauta y le envió con las ovejas para ver si el trabajo era
apropiado para él. El muchacho no descansó en todo el día. Al contrario que
otros chicos perezosos, llevó las ovejas de un lado a otro mientras tocaba la
flauta.
Entre las ovejas había un
cordero de lana dorada que cuando oía la flauta se ponía a bailar. El muchacho
le tomó mucho cariño y decidió que no pediría a su patrón más paga que aquel
corderito.
Al anochecer volvió a casa,
el amo esperaba en la puerta y cuando vio a todas las ovejas y bien
alimentadas, quedó muy complacido, por lo que empezó a negociar la paga con el
muchacho. Este le dijo que no quería más que al cordero de lana dorada. Al
granjero también le gustaba mucho el cordero, pero acabó prometiéndoselo,
aunque de mala gana, al ver lo buen pastor que era el muchacho.
Así pasó un año, al cabo del
cual el muchacho recibió al cordero como paga y partió con él. Caía la noche
cuando llegaron a un pueblo y fueron a una posada a pasar la noche. En la casa
había una muchacha que cuando vio la cordero con la lana dorada decidió
robarlo. A mediada noche se acercó a él, pero en el momento que tocó el cordero
se quedó pegada firmemente a su lana, así que cuando el chico se levantó, la
encontró pegada en el cordero. No pudo separarlos, y como no quería abandonar
su cordero se los llevó a los dos.
Cuando pasó por delante de
la tercera puerta desde la casa donde había pasado la noche, sacó su flauta y
empezó a tocar. Entonces el cordero empezó a bailar, y la muchacha pegada a su lana
también.
A la vuelta de la esquina
una mujer estaba metiendo el pan en el horno; de pronto vio al cordero bailando
y, pegado a él, la muchacha. Cogiendo la pala del panadero para asustar a la
muchacha salió corriendo y gritando "vuelve a casa y deja de hacer el tonteras".
Como la chica seguía bailando, la mujer gritó, "¿qué, que no me vas a
obedecer?" y le dio un golpe en la espalda con la pala, que en el mismo
momento se pegó a la chica, por lo que la mujer se quedó pegada a la pala, que
estaba pegada a la chica, y esta al cordero de lana dorada. Y con todos ellos
el muchacho partió.
Siguiendo su camino llegaron
a la Iglesia. El muchacho empezó a tocar de nuevo y el cordero comenzó a bailar
y pegada a la lana la chica, y en la espalda de la chica la pala y al final de
la pala, la mujer. En un momento el cura salió de la iglesia y al ver lo que
pasaba, empezó a regañarles y mandarles no hacer tonterías e irse a casa. Como
las palabras no hacían efecto, él golpeó sonoramente a la mujer en la espalda
con su bastón, pero, para su sorpresa, el bastó se pegó a la mujer y el se
quedó pegado al extremo del bastón.
Con esta divertida compañía,
el muchacho continuó su viaje; era de noche cuando llegó a la capital del reino
y buscó alojamiento en casa de una anciana mujer. ¿Qué noticias hay por aquí?
Preguntó el pastor. La anciana le contó que sucedía una gran desgracia; la hija
del rey estaba muy enferma y ningún médico podía curarla, pero si alguien podía
hacerla reír se pondría bien inmediatamente. Nadie había podido aún hacerla
sonreír y tanto era así que el rey había hecho un anuncio, proclamando que el
que hiciera reír a su hija la tomaría por esposa y compartiría el poder real.
El muchacho a duras penas
pudo esperar hasta la mañana siguiente, estaba muy ansioso de probar su suerte.
Por la mañana se presentó al rey, explicó sus deseos y fue recibido
amablemente. La hija del rey estaba en la entrada del palacio triste; el pastor
entonces comenzó a tocar la flauta. El cordero de lana dorada se puso a bailar,
pegado a su lana la chica, en la espalda de la chica la pala, al final de la
pala la mujer, en la espalda de la mujer el bastón y al final del bastón, el
cura.
Cuando la princesa vio esto
rompió a reír, lo cual puso al cordero de lana dorada tan contento que sacudió
todo del lomo, y el cordero despegó así a la chica, la mujer y el cura y empezaron a bailar por su cuenta muy
contentos.
El rey casó a su hija con el
pastor, el cura fue nombrado capellán de la corte, la mujer panadera real y la
chica dama de compañía de la princesa.
La boda duró siete días con
sus respectivas noches y todo el país estaba desbordado de alegría, y si las
cuerdas de los violines no se hubiesen roto ¡aún estarían bailando!
Fin.
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