lunes, 5 de marzo de 2012




(Cuento Africano)
(Versión y Adaptación de Isabel Menéndez I.)
(Ilustración: Valeria Zucchini - Fuente: Internet)

Cuentan que había una vez un Sultán que tenía un palacio muy grande, con puertas muy grandes y ventanas muy grandes.
Tenía además, muchas habitaciones grandes, llenas de oro, rubíes, zafiros, esmeraldas, diamantes, malaquitas y de todas las piedras preciosas más hermosas que nadie pudo ver jamás.

Pero a este Sultán no le gustaba ni el oro, ni los rubíes, ni los zafiros, ni las esmeraldas, ni los diamantes, ni las malaquitas, ni todas las piedras preciosas más hermosas que nadie pudo ver jamás. No, nada de eso, al Sultán le gustaba solo una cosa en todo el mundo: “El Queso”.

Sí, el queso y tenía una habitación, la más grande de todo el palacio, cerrada con mil candados llena de quesos de diferentes lugares del mundo.
Tenía queso Edam, Manchego, Mozarella, Fresco, Gruyére, Suizo, Gorgonzola, Chedar, Brie, de Cabra, Cottage, Camembert, Emmenthal, Gouda, Parmesano, Roquefort y una variedad tan grande de quesos, que ya quisiera el más conocedor de todos los conocedores, tener consigo.

Pues bien, aquí terminaría esta historia, si no fuera porque hay alguien más en el mundo que también ama los quesos: “Los Ratones”.
Así que el gran palacio del Sultán no sólo estaba lleno de quesos si no también de ratones, y los muy bandidos se las habían arreglado para hacer un pequeño hueco en la pared de la gran habitación del palacio y por ahí sacaban los quesos del Sultán.

Esto al Sultán no le gustó nada de nada, así que mandó a llamar al Visir y le dijo muy preocupado:
- ¡Visir, ya no puedo más con estos ratones, tenemos que hacer algo!, ¡están acabando con mis deliciosos quesos!
- Su majestad, yo tengo la solución. – dijo el Visir.
- Entonces, dígame pronto ¿cual es? – contestó el Sultán.
- Pues muy fácil, tenemos que traer gatos.
- ¿Gatos? – preguntó el Sultán.
- Si, si, si, gatos, muchos gatos, que espantarán a los ratones para que no se coman sus quesos.
- Entonces, - dijo el Sultán – que traigan a los gatos.

Y el gran palacio del Sultán se llenó de gatos, gatos de todos los tamaños y todos los colores y como era de esperarse los ratones se fueron del palacio del Sultán.
Pero los gatos maúllan y maullaron todo el día y toda la noche y el Sultán no pudo dormir. 


Así que a la mañana siguiente el Sultán, con cara de sueño, mandó a llamar al Visir y le dijo:
- ¡Ay Visir, no puedo más con estos gatos, tenemos que hacer algo!, en toda la noche no pude pegar un ojo!.
- Su majestad, yo tengo la solución. – dijo el Visir.
- Entonces, dígame pronto ¿cual es? – contestó el Sultán.
- Pues muy fácil, tenemos que traer perros.
- ¿Perros? – preguntó el Sultán.
- Si, si, si, perros, muchos perros, que espantarán a los gatos que espantaron a los ratones para que no se coman sus quesos.
- Entonces, - dijo el Sultán – que traigan a los perros.

Y el gran palacio del Sultán se llenó de perros, perros de todos los tamaños y todos los colores y como era de esperarse los gatos se fueron del palacio del Sultán.
Pero los perros ladran y ladraron todo el día y toda la noche y el Sultán no pudo dormir.

Así que a la mañana siguiente el Sultán, con cara de sueño y bostezando, mandó a llamar al Visir y le dijo:
- ¡Ay Visir, no puedo más con estos perros, tenemos que hacer algo!, en toda la noche no pude pegar un ojo y tengo mucho sueño!.
- Su majestad, yo tengo la solución. – dijo el Visir.
- Entonces, dígame pronto ¿cual es? – contestó el Sultán.
- Pues muy fácil, tenemos que traer leones.
- ¿Leones? – preguntó el Sultán.
- Si, si, si, leones, muchos leones, que espantarán a los perros que, espantaron a los gatos que, espantaron a los ratones para que no se coman sus quesos.
- Entonces, - dijo el Sultán – que traigan a los leones.

Y el gran palacio del Sultán se llenó de leones, leones de todos los tamaños y todos los colores y como era de esperarse los perros se fueron del palacio del Sultán.
Pero los leones rugen y dan miedo y rugieron todo el día y toda la noche y el Sultán no pudo dormir muerto de miedo.

Así que a la mañana siguiente el Sultán, con cara de sueño, bostezando y con mucho miedo, mandó a llamar al Visir y le dijo:
- ¡Ay Visir, no puedo más con estos leones, tenemos que hacer algo!, en toda la noche no pude pegar un ojo, tengo mucho sueño y me muero de miedo!.
- Su majestad, yo tengo la solución. – dijo el Visir.
- Entonces, dígame pronto ¿cual es? – contestó el Sultán.
- Pues muy fácil, tenemos que traer elefantes.
- ¿Elefantes? – preguntó el Sultán.
- Si, si, si, elefantes, muchos elefantes, que espantarán a los leones que, espantaron a los perros que, espantaron a los gatos que, espantaron a los ratones para que no se coman sus quesos.
- Entonces, - dijo el Sultán – que traigan a los elefantes.

Y el gran palacio del Sultán se llenó de elefantes, elefantes de todos los tamaños y todos los colores y como era de esperarse los leones se fueron del palacio del Sultán.
Pero los elefantes barritan y son muy grandes y barritaron todo el día y toda la noche y el Sultán no pudo dormir ni salir de su habitación porque no había lugar.

Así que a la mañana siguiente el Sultán, con cara de sueño, bostezando, con mucho miedo y gritando, porque no podían moverse de donde estaban ya que no había lugar, mandó a llamar al Visir y le dijo gritando:
- ¡Ay Visir, no puedo más con estos elefantes, tenemos que hacer algo!, en toda la noche no pude pegar un ojo , tengo mucho sueño, me muero de miedo y no puedo moverme de donde estoy!.
- Su majestad, yo tengo la solución. – dijo el Visir.
- Entonces, dígame pronto ¿cual es? – contestó el Sultán.
- Pues muy fácil, tenemos que traer a los ratones.
- ¿Ratones? – preguntó el Sultán.
- Si, si, si, ratones, muchos ratones, que espantarán a los elefantes que, espantaron a los leones que, espantaron a los perros que, espantaron a los gatos que, espantaron a los ratones para que no se coman sus quesos.
- Entonces, - dijo el Sultán – que traigan a los ratones.

Y desde ese día al Sultán no le quedó más remedio que compartir sus deliciosos quesos con los ratones!

Fin.

Si quieres escuchar este cuento puedes hacerlo aquí: