El pollito que se hizo rey
(Cuento africano)
(Ilustración: Pablo Álvarez González - Fuente: Internet)
Érase un pollito muy chiquitito a quien no gustaba ni pizca la miel.
Vino al mundo siendo ya
huérfano, y dijo:
-¡Mi padre ha muerto de
hambre, y el rey le debía un grano de maíz!
Descolgó el zurrón de su
difunto padre y, anda que te anda, partió a cobrar aquella deuda.
Apenas había andado
media docena de pasos, cuando encontró en el camino un palo que le hizo
tropezar y caer.
El Pollito se levantó y
dijo:
-¡Ah! Palo, ¿aquí estás
tú? No te había visto.
-¿Adónde vas? -le
preguntó el Palo.
-Voy -contestó- a cobrar
un crédito de mi difunto padre.
-Vamos juntos -dijo el
Palo.
El Pollito cogió al Palo
y se lo metió en el zurrón.
Anda que te anda, se
encontró con un gato que, al verlo, exclamó:
-¡Ah, qué bocado más
tierno!
-No -replicó el Pollito-
yo no valgo la pena.
-¿Y adónde vas?
-preguntó el Gato.
-Voy a cobrar un crédito
de mi padre.
-Pues vamos allá juntos
-dijo el Gato-, tal vez encuentre allí algo bueno que comer.
El Pollito cogió al Gato
y lo metió en el zurrón.
Y encontró a una hiena
que le preguntó:
-¿Adónde vas con el
zurrón?
-Voy a cobrar un crédito
de mi padre -explicó el Pollito.
-Vamos allá juntos -dijo
la Hiena.
El Pollito cogió a la
Hiena y la metió en el zurrón.
Anda que te anda
encontró a un león.
-¿Adónde vas?
-A cobrar un crédito de
mi difunto padre.
-Vamos allá juntos -dijo
el León.
El pollito cogió al
melenudo animal y lo metió en el zurrón.
Encontró a un Elefante
que estaba hartándose de plátanos.
El Elefante le preguntó
cordialmente:
-¿Adónde vas, Pollito?
-A cobrar un crédito de
mi difunto padre.
-Pues, entonces, vamos
juntos -dijo el paquidermo.
El Pollito cogió al
elefante y lo metió en el zurrón.
Anda que te anda,
encontró a un guerrero, que le preguntó:
-¿Adónde vas con ese
zurrón tan repleto?
-Voy a cobrar una deuda.
-¿A casa de quién?
-preguntó el Guerrero.
-Al palacio del rey
-contestó el Pollito.
-Vamos juntos allá -dijo
el Guerrero.
El Pollito lo cogió y lo
metió en el zurrón.
Por fin llegó a la
ciudad donde vivía el rey.
La gente corrió a anunciar
al soberano que el Pollito había llegado y que pretendía cobrar el crédito de
su difunto padre.
-Hagan hervir un caldero
de agua y tírenselo hirviendo; así ese insolente polluelo morirá y no tendremos
que pagar la deuda.
La hija del monarca se
puso a gritar:
-Yo le tiraré el agua
hirviendo.
Al verla venir, el
Pollito le dijo al Palo:
-¡Palo, ahora es la
tuya!
El Palo hizo tropezar y
caer a la hija del rey. El agua hirviente se derramó y la hija del rey quedó
escaldada.
La gente de la ciudad
dijo entonces:
-Hay que encerrarlo en
el gallinero con las gallinas, que lo matarán a picotazos.
Pero el Pollito sacó al
Gato del zurrón y le dijo:
-¡Te devuelvo la
libertad!
El Gato mató a todos las
gallinas, cogió la más gorda y se escapó con su botín.
La gente dijo entonces:
-¡Que lo encierren en el
corral con las cabras; allí lo pisotearán!
El Pollito dijo
entonces:
-¡Hiena, ya eres libre!
La Hiena mató a todas
las cabras, escogió la más gorda y se escapó.
La gente dijo entonces:
-¡Que lo encierren en el
corral de los bueyes!
Y allí le metieron.
Pero el Pollito dijo:
-¡León, ahora es la
tuya!
El León salió del
zurrón, degolló a los bueyes, escogió el más gordo y lo devoró en un santiamén.
Todo el pueblo estaba
furioso y decía:
-¡Este polluelo es un
desvergonzado que no quiere morir! ¡Lo encerraremos con los camellos! Ellos lo
pisotearán y matarán.
Lo encerraron. Pero el
Pollito dijo:
-Buen amigo, compañero
Elefante: sálvame la vida. Ahora es la tuya.
Y sacó al paquidermo del
zurrón.
El Elefante miró a los
camellos, los desafió y aplastó hasta el último.
La gente del pueblo fue
a ver al rey y le dijo:
-Este insolente polluelo
no morirá aquí; démosle lo que se debía a su padre y que se vaya. Lo
atraparemos en el bosque, lo mataremos y recuperaremos su herencia.
El soberano ordenó abrir
su real tesoro y se dio al Pollito el grano de maíz que se le debía.
Y el Pollito abandonó,
con su tesoro, el pueblo.
Entonces, todo el mundo
montó a caballo, hasta el mismo rey, y se lanzaron en pos del Pollito.
Pero el Pollito sacó al
Guerrero del zurrón y le dijo:
-¡Guerrero, he aquí
llegada tu hora! ¡Demuestra que eres hombre de armas tomar!
El Guerrero hizo trizas
a todos.
Y el Pollito volvió
entonces a la ciudad del rey; se hizo el amo y se proclamó el soberano de aquel
pueblo al que, en buena lid, había vencido.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario