¿POR QUÉ EL MAR ES SALADO?
(Cuento popular de Finalndia)
(Ilustración: Macarena Ortega)
(Fuente: Internet - http://www.macarenaortega.com)
Hace muchos años,
tantos que sólo el mar se acuerda, una tempestad azotó durante semanas las
costas de Finlandia.
Jan, un hombre
humilde, no podía salir a pescar: su barca estaba varada en la playa y él
miraba el oleaje cada vez con mayor preocupación. Como ya no tenía con qué
alimentar a su familia, fue a visitar a un primo suyo, muy rico, para pedirle
ayuda. Pero el primo no le dejó ni siquiera entrar en su casa, le arrojó un
hueso de vaca y le cerró la puerta sin atender a sus razones.
Jan se internó en el
bosque, pensando en cómo podría conseguir comida para su mujer y sus siete
hijos.
De pronto, oyó a unos
leñadores que cortaban madera y se acercó a ellos.
- ¿Podrían ayudarme a
conseguir comida? Soy pescador pero ahora es imposible salir a faenar. Mi mujer
y mis hijos morirán de hambre si no llevo algo a casa…
- Ve a ver al ogro
Hesi y dale ese hueso que llevas – contestaron los leñadores -. Sigue el camino
que tiene astillas y llegarás a su castillo. ¡Ah!, se nos olvidaba aclararte lo
más importante: pídele el molino mágico que está sobre la chimenea. Con él
nunca te faltará comida.
Jan caminó largo rato
siguiendo el rastro de las astillas hasta divisar las torres del castillo. Eran
tan altas que rozaban las nubes. A medida que Jan se acercaba, el castillo
parecía crecer hasta alcanzar proporciones mágicas. La puerta principal era tan
grande que a Jan le dio miedo llamar.
Desde dentro, una voz
grave preguntó:
- ¿Quién está en la
puerta?
- Soy Jan, que vengo
a visitarte.
- ¡Pasa! – ordenó la
voz.
Hesi estaba sentado
en medio del enorme salón principal. Su alborotado pelo rojizo y su larga
varaba asustaron aún más al pobre Jan.
El ogro era tan
grande, tan gordo y sus ojos tan amarillos que Jan quiso salir huyendo. Peor
recordó las necesidades que estaba pasando su familia y se sobrepuso a su
miedo.
- ¿Qué te trae por
acá?
- Vengo a saludarte-respondió
Jan mientras le entregaba el hueso de vaca.
El ogro abrió su
bocota y con su único diente devoró rápidamente el hueso.
- Me gustan las
visitas. Cuando alguien viene a visitarme, doy una recompensa. ¿Qué prefieres?
¿Oro o plata?
- Ni uno ni otra.
Dame el molino que está sobre la chimenea y te prometo que vendré a visitarte
cada semana.
Hesi suspiró…
- Llévate el molino,
pero antes debes saber que no es un molino cualquiera: es mágico. Con sólo
decir “muele, molinito, muele”, te dará cuanto quieras. Cuando tengas bastante,
dile “basta, molinito, basta”, y se detendrá. No lo olvides. Y ahora vete antes
de que me arrepienta.
Jan se encaminó hacia
su casa y , el llegar mostró el regalo de Hesi a su familia. Ante los ojos de
su mujer y de sus siete hijos, hizo la prueba:
- ¡Muele, molinito,
muele!
El molino empezó a
girar y de él salieron hogazas, huevos, leche, carne, fruta y verduras. La familia
nunca había visto tanta y tan apetitosa comida.
Cuando Jan sintió que
era suficiente, dijo:
- ¡Basta, molinito,
basta!
Y, de inmediato, el
molino paró.
El primo rico y
egoísta, que pasaba por ahí, había visto funcional el molino a través de una
ventana y no pudo evitar entrar en la casa y preguntar:
- ¿Sólo se le tiene
que decir “muele, molinito, muele”?
Tomando el molino,
dijo que se lo llevaba y que al día siguiente lo devolvería porque su familia
también tenía hambre.
A la mañana
siguiente, el tiempo mejoró y el primo rico fue a la playa, colocó el molino
dentro de su barca y comenzó a navegar. Cuando estaba lejos de la costa, echó
las redes y las sacó repletas de peces.
Volvió a echarlas y
otra vez las sacó repletas. Tomó el molino entre sus manos y gritó:
- ¡Muele, molinito,
muele! Quiero mucha sal para salar mi pescado.
Y el molino empezó a
girar y a echar sal. El primo se frotaba las manos mientras el molino seguía
echando sal. Pronto, su sonrisa se tornó en un gesto preocupado.
- ¡Para, molino,
para! ¡No des más vueltas, molino! ¡Basta, basta! ¡Descansa, molino!
Pero todo era inútil.
El primo rico no sabía la fórmula exacta para conseguir que el molino dejara de
funcionar.
La barca pesaba mucho
y empezó a hundirse. El molinito cayó al fondo del mar y ahí sigue, dando
vueltas y echando grandes cantidades de sal.
Y esta es la razón
por la cual el agua del mar es salada.
Fin.
2 comentarios:
Yo pienso que las actividades infantiles no siempre tienen que tener una utilidad, pero sí que es cierto que en ocasiones merecen más la pena los espectáculos de cuentacuentos que tienen un trasfondo.
Viendo un artículo de esta semana en El Mundo sobre cuentos infantiles para dormir. El artículo es este:
http://www.elmundo.es/sapos-y-princesas/2017/01/14/587a8e98ca474190638b4592.html
... me gustaría contar que hace un par de meses fui con mi niño de 4 años a ver un Cuentacuentos que trataba precisamente de eso, de que todos los presentes nos quedáramos allá mismo dormidos.
Creo que se titulaba "Quedate dormido en tu camita". El suelo estaba lleno de mantas y cojines para que todos nos tumbáramos. Y la chica que contaba el cuento pasaba por encima de toda la gente, que era un montón, porque la sala estaba llenísima.
Estaba basado en dos libros que aparecen en ese artículo del Mundo:
El libro titulado "Mi camita" y el libro titulado "Todos bostezan".
Ciertamente a mi niño le encantó, y me sorprendió mucho porque pidió dormir esa noche en su camita, que era un poco la finalidad de ese espectáculo.
Así que me hice con esos dos libritos y la verdad, mi hijo casi cada noche duerme en su cama. Le hemos puesto a la cama unos ojos y una boca como la del cuento y se duerme feliz.
Al leer ayer el artículo del El Mundo, quería contar esta experiencia, que realmente fue muy enriquecedora.
Hola Antonia, gracias por tus comentarios. Los cuentos son y serán siempre una herramienta maravillosa. Solo hay que contarlos para que la magia aparezca.
Un beso grande!
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