EL GENEROSO PÁJARO CARPINTERO
(Leyenda Aguaruna de la Amazonía Peruana)
(Ilustración: Laura Fernández Arquizola - Fuente: Internet)
Ésta
es una historia que cuentan los antiguos habitantes Aguarunas.
El
pájaro carpintero es una de las aves más trabajadoras y bondadosas que hay.
Siempre está trabajando, golpeando con su durísimo pico árboles y palos secos,
haciendo huecos para construir sus nidos y también para buscar insectos con qué alimentarse.
Una
mañana, cuando apenas el sol estaba levantándose, el pájaro carpintero dijo:
-Voy
a construirme una casa en un nuevo árbol.
Y
diciendo estas palabras, se fue volando y se detuvo en un alto palo, agarrándose
con sus uñas. Y con su pico golpeaba y golpeaba y golpeaba haciendo hueco.
Cuando terminó su casa, se metió dentro y la probó. Y vio que estaba muy bien.
Mirando
arriba y abajo, a la izquierda y derecha, dijo:
-Sí,
está bien. Aquí me quedo.
Y
se quedó a vivir allí.
Apenas
había comenzado a descansar en su nueva casa, cuando llegó volando el tucán chico
Kejua y habló diciendo:
-Cuñado,
quisiera que me regales tu casa. Yo no tengo casa. Necesito una casa. Y yo no sé
construir casas. Tengo pico grande y grueso, pero no me vale para hacer un hueco.
Y como tú sabes bien hacer casas, te pido que me regales la tuya. Tú
puedes hacerte otra.
El
pájaro carpintero al principio mezquinaba, no quería dar su casa.
Mucho
trabajo le costaba hacerla. Pero después el pájaro carpintero se animó y le
dijo al tucán chico:
-Bueno,
toma, te la regalo.
Y
el pájaro carpintero se fue volando alto y pasó a otro tronco que era mejor y
allí empezó otra vez a hacerse su casa a galope de pico.
Y
mientras golpeaba y golpeaba se decía:
-De
aquí no me saca nadie. Ya no voy a mudarme a ninguna parte. Aunque me pidan
otra vez, no voy a dar mi casa.
Y
terminó de hacer el hueco al tronco. Y metiéndose dentro se puso a descansar y a
dormir.
Muy
pronto se presentó un tucán grande, llamado Tsukanká, que le dijo:
-Cuñado,
por favor, dame tu casa. Tú sabes construir casas y nunca te falta,
en cambio yo no sé hacer casas.
Entonces
el pájaro carpintero tuvo pena en su corazón y respondió al tucán grande:
-Bueno,
te la dejo para que la uses. Yo me voy a buscar otro árbol para hacer una casa para
mí.
Y
enotnces el pájaro carpintero le entregó su casa.
Se fue volando y pasó a otro árbol, que
estaba a orillas del río Marañón. Era un árbol muy, pero muy alto. Y decía el pájaro
carpintero:
-Aquí
voy a construir mi casa. Porque desde aquí arriba puedo ver bien las aguas del
río Marañon y las gentes que pasan con sus balsas y canoas.
Y
empezó a golpear la corteza del árbol. Golpeó duro hasta que tuvo su casa
terminada. Y metiéndose dentro dijo:
-Aquí
me quedaré a vivir. Esta casa no la voy a regalar ni tampoco la voy a cambiar. Ésta
es una hermosa casa.
Y
diciendo esto, como estaba cansado de tanto golpear con su pico, se echó a
dormir.
Y
cuando estaba durmiendo, en ese momento sobrevino un viento muy fuerte y derribó
el árbol. Y el árbol cayó en medio del río Marañon.
El
tronco flotaba, pero la casa del pájaro carpintero se había quedado bajo el
agua y no podía salir. De pronto el pájaro pensó:
-Tengo
que hacer otro hueco por la parte de arriba para poder salir y no ahogarme.
Y
comenzó a golpear con todas sus fuerzas. Tenía que trabajar incómodo echado de
espaldas. Golpeando, golpeando, consiguió hacer una ventanita. La hizo más
grande. Y pudo salir afuera con grandes esfuerzos. Y como estaba bien mojado por
el agua del río Marañón no podía volar, así que se quedó en el tronco que
flotaba y se quedó ahí para secarse con el sol, sacudiendo sus alitas.
Cuando
quedó bien seco, el pájaro carpintero se fue volando muy triste. Esta vez se fue muy
lejos, internándose en lo profundo de la selva. Y allí en un gran árbol construyó su nueva casa lejos del río.
Y
por eso dicen que desde entonces, nunca más se ve al pájaro carpintero cerca de las
orillas de los ríos y quebradas de la selva. Hay que caminar bastante por la
trocha para poder encontrarlo y escuchar el golpeteo de su pico contra la corteza de
algún árbol.
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