EL GUSANITO QUE TUVO UN SUEÑO
Hubo una vez un pequeño gusanito que le gustaba mucho salir por las mañanas a mirar las flores, los árboles, las nubes y el sol. Un día el pequeño gusanito tuvo un sueño: Soñó que desde la cima de una gran montaña podía mirar el valle, y fue tan hermoso su sueño que decidió cumplirlo, así que a la mañana siguiente salió con mucha determinación a cumplir su sueño.
Caminando por el bosque y muy cerca del camino un grillo vió pasar al gusanito.
-Hacía dónde te diriges?, le preguntó el grillo.
Sin dejar de caminar, el gusanito contestó:
-Tuve un sueño, anoche soñé que desde la cima de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.
Sorprendido, el grillo le dijo mientras su amigo se alejaba:
-Debes estar loco!, Cómo podrás llegar hasta aquel lugar?, Tú eres una simple oruga! Una piedra será una montaña para ti, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable. Nunca podrás llegar!!. - Y el grillo comenzó a reirse si parar.
Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.
De pronto se oyó la voz de un saltamontes:
-Hacía dónde te diriges con tanto empeño? - preguntó el saltamontes al gusanito.
Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante:
-Tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde ahí contemplaré todo nuestro mundo.
El saltamontes no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo:
-Ni yo, con patas tan grandes, intentaría una empresa tan ambiciosa.
El se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.
Al poco tiempo se encontró con un escarabajo que le preguntó lo mismo:
-Hacia donde te diriges con tanta decisión?.
-Tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde ahí contemplaré todo nuestro mundo.
El escarabajo esta vez no pudo aguantar la risa y soltó la carcajada en la cara del gusanito sin poder pronunciar una sola palabra.
Pero al gusanito no le importó, el siguió muy firme en su marcha y mientras caminaba soñaba con el ver todo el bosque desde lo alto de la montaña.
Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir.
- No lo lograrás jamás! -le dijeron-, pero en el interior del gusanito había un impulso que lo obligaba a seguir.
Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pasar la noche.
-Estaré mejor en mi casita - Dijo por última vez el gusanito.
Todos los animales del valle empezaron a preguntarse por el gusanito y en todo el bosque se escuchaban comentarios sobre aquél loco animal. Pero un día una hormiga encontró la casita del gusanito y fue corriendo a avisar a todos los bichos de bosque:
- ¡El gusanito se murió!, ¡El gusanito se murio! - gritaba y gritaba sin parar.
Los bichos del bosque fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.
Todos miraban con pena la casita del gusanito sin vida, pero una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos, para darle un último adiós.
De pronto quedaron atónitos. Aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta.
Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas con el color del arcoiris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: El gusanito se convirtió en "Una mariposa".
No hubo nada que decir, todos sabían lo que haría. Se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado.