RICITOS DE ORO Y LOS TRES OSOS
(Cuento de los hermanos Grimm)
(Ilustraciones – Fuente: Internet)
En medio de un bonito y florido bosque, había una preciosa
casa en la que vivían 3 osos: Papá oso, mamá osa y el pequeño osito. Un día
tras hacer las camas, limpiar la casa y hacer la sopa para la cena, los tres
ositos fueron a pasear por el bosque.
Mientras los ositos estaban caminado por el bosque, una niña
llamada Ricitos de Oro salió a pasear y recoger flores frescas.
En su camino encontró una casa muy hermosa. Se acercó atraída
por su belleza y se asomó por la ventana. Todo parecía muy ordenado y limpio y
olvidándose de la buena educación que su madre le había enseñado, la niña
decidió entrar. Al ver la casa tan acogedora, Ricitos de Oro curioseó todo lo
que pudo. Pero al cabo de un rato sintió hambre gracias al olor que venía de
los platos con sopa puestos en la mesa. Se acercó y vio que habían tres
tazones. Uno grande, uno mediano y otro pequeño. Y otra vez sin hacer caso a la
educación que le habían enseñado, la niña se lanzó a probar la sopa. Comenzó
por el tazón grande, pero al probarlo, sintió la sopa demasiado caliente. Probó
el mediano y le pareció que la sopa estaba demasiado fría. Por último probó el tazón más pequeño y la sopa
estaba como a ella le gustaba. Entonces sin aguantar el antojo se la tomó toda.
Cuando se terminó la sopa, Ricitos de Oro vio tres sillas
que se veían muy cómodas. Una grande, una mediana y otra pequeña. La niña quiso
probarlas y se subió a la silla grande pero estaba demasiado dura parra ella.
Luego se sentó en la silla mediana y le pareció demasiado blanda. Y decidió
sentarse en la silla más pequeña que le
resultó comodísima. Pero la sillita no estaba acostumbrada a llevar tanto peso
y poco a poco el asiendo fue cediendo y se rompió. Ricitos de Oro terminó
sentada en el suelo.
Es entonces que decide subir a la habitación de arriba y al
entrar se queda asombrada al ver las tres camas que habían allí. Una grande,
una mediana y otra pequeña. Probó la cama grande pero era muy alta y dura. La
cama mediana estaba muy baja y blanda y la cama pequeña era tan mullidita y cómoda
que se quedó totalmente dormida.
Mientras Ricitos de Oro dormía profundamente, llegaron los 3
ositos a la casa y nada más al entrar el oso grande vio su cuchara dentro de el
tazón y dijo:
- ¡Alguien ha probado mi sopa!
Mamá osa también vio su cuchara dentro del tazón y dijo:
- ¡Alguien ha probado mi sopa!
Y el osito pequeño dijo con voz apesadumbrada:
- ¡Alguien ha probado mi sopa y se la ha tomado toda!
Luego pasaron al salón y papá oso dijo:
- ¡Alguien se ha sentado en mi silla!
Mamá osa dijo :
- ¡Alguien se ha sentado en mi silla!
Y el osito pequeño dijo con vos chillona:
- ¡Alguien se ha sentado en mi silla y la ha roto!
Al ver que allí no había nadie, decidieron subir a la
habitación y ver si el ladrón de su comida se encontraba todavía en el interior
de la casa. Al entrar papá oso dijo:
- ¡Alguien se ha acostado en mi cama!
Mamá osa dijo:
- ¡Alguien se ha acostado en mi cama!
Y el osito pequeño dijo asombrado:
- ¡Alguien se ha acostado en mi cama …y todavía sigue ahí!
Entonces los tres osos se acercaron a la cama del osito y
observaron a Ricitos de Oro, que en sueños oía las voces pensando que eran en
su imaginación. De pronto Ricitos de Oro abrió los ojos y de un salto salió de
la cama mientras los osos la observaban, y salió corriendo asustada hacia su
casa sin parar a mirar hacia atrás un solo instante.
Desde ese día Ricitos de Oro juró nunca volver a entrar en
casa ajena y menos aún sin pedir permiso.
Fin.